No soy un gran amante de la poesía. Reconozco que me he dejado seducir por algún clásico como Canción del Pirata de Espronceda, pero no fui capaz -tras varios intentos- de leer "Platero y Yo"y desde entonces no dudé en descartar sistemáticamente cualquier libro de poemas. Hasta que llegó a mis manos un pequeño libro del chileno Pablo Neruda titulado "Los versos del capitán" un canto al amor, al deseo, a las furias y a las vidas.
Soy el tigre.
Te acecho entre las hojas
anchas como lingotes
de mineral mojado.
El río blanco crece
bajo la niebla. Llegas.
Desnuda te sumerges.
Espero.
Entonces en un salto
de fuego, sangre, dientes,
de un zarpazo derribo
tu pecho, tus caderas.
Bebo tu sangre, rompo
tus miembros uno a uno.
Y me quedo velando
por años en la selva
tus huesos, tu ceniza,
inmóvil, lejos
del odio y de la cólera,
desarmado en tu muerte,
cruzado por las lianas,
inmóvil en la lluvia,
centinela implacable
de mi amor asesino.
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